El arquitecto del S. XIII ya no es un mero artesano, sino que se le considera un científico capaz de aplicar las matemáticas y la geometría. La mayoría de las arquitectural, ya no son anónimas, y en muchas ocasiones, los arquitectos aparecen representados en la arquitectura como es el caso de el retrato de Henry Yevele en una clave de una bóveda del claustro de la catedral de Canterbury, el retrato de Peter Parler en una ménsula en la catedral de Praga o la lápida sepulcral de Hugues Libergier en la catedral de Reims.
Peter Parler
Hugues Libergier
El gótico se extiende rápidamente por toda Europa, gracias a los arquitectos que viajaban de un país a otro transmitiendo sus conocimientos. Los arquitectos utilizaban la geometría para proyectar sus construcciones. Primero proyectaban las bóvedas que iban a cubrir el edificio y después se calculaba la planta y el alzado. El cuadrado era el módulo que se utilizaba para calcular toda la estructura. Los cimientos de los edificios se dibujaban en el suelo con estacas y cordeles.
Entre 1220 y 1230 empezaron a hacer los dibujos sobre pergaminos con todo tipos de detalles sobre la ejecución. De esta forma los arquitectos ya no tenían que trasladarse de un lugar a otro para enseñar sus nuevos proyectos, sino que el dibujo podía enviarse de un lugar a otro.
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